El
año pasado nos pusimos nuestro casco y adquirimos las herramientas para
realizar nuestros trabajos de extracción en la mina Sabick Gold en búsqueda de la
joya perdida que es más valiosa que toda la plata y el oro de este mundo: la sabiduría
que viene de Dios. Algunas de las tareas de exploración y explotación que quedaron
pendientes serán concluidas conjuntamente con unas labores agrícolas que
estaremos realizando en este 2014.
En
la medida en que recibía mensajes relacionados con resoluciones y/o metas de año
nuevo durante los últimos días del 2013 y reflexionaba en cuáles podría tener
Dios para mí, venía a mi mente el versículo
de Gálatas 6:7 “no os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre
siembre, eso también segará. Porque
el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna”, llevándome a pensar que no podía planificar para el próximo
año sin haber revisado qué había sembrado en el anterior.
Así mismo, meditaba en que los frutos que cosecharé
en el 2015 dependerán de las semillas que siembre en el año 2014. Por lo tanto,
debía tomar tiempo para reflexionar y no hacer planes a la ligera como si el
terreno de mi vida nunca hubiera sido labrado; en fin, me percaté de cuán
cuidadosa debía ser para verificar cuales semillas debían ser desarraigadas y
los detalles para la preparación del terreno antes de empezar con la nueva
siembra.
En el pasaje anterior el apóstol Pablo nos habla de
dos siembras diferentes que podemos hacer: para el Espíritu o para la carne y
del fruto que obtendremos en cada caso: vida eterna o corrupción.
En el capítulo 5 versículo 22 de esa misma carta,
Pablo nos habla sobre la oposición entre estos frutos y de las características de
cada uno, al referirse al fruto del Espíritu señala “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre,
dominio propio; contra tales cosas no hay ley” mientras que el fruto corrupto de la carne se
evidencia a través de “inmoralidad,
impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos,
celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras,
orgías y cosas semejantes…”.
En Juan 5, Jesús
nos dice que nosotros somos las ramas de la Vid Verdadera que es El, y que Su
Padre es el Labrador, Quien a) quita toda rama que no lleva fruto, al mismo tiempo
que b) limpia la que sí, para que lleve más.
¿Cuál es la
clave que nos da Cristo para ser fructíferas? Permanecer en El. Es la única manera
en que podemos hacer que otros hablen bien del Padre.
Si reconoces
que las semillas que has sembrado te están dando un fruto podrido; ven a los
pies del Hijo del Labrador confesando tu condición y pidiéndole que limpie tu
terreno para que El siembre Sus semillas.