Testimonio de Cornelia Hernández:
Poco a poco, Dios cambió mi corazón y me hizo ver mi vida a través de Sus sueños y no de los míos. Fui entendiendo que mi vida, nuestra vida de pareja, no se trataba de lo que queríamos, sino de lo que El preparó de antemano para nosotros.
Dios me mostró lo orgullosa que había sido al creer que podía controlar el que El me diera una vida humana para cuidar. Tenía una buena intención, era un deseo piadoso. Sin embargo, entendí, no sin lágrimas, que mis intenciones, por muy buenas que parezcan pueden ofender a Dios. Que no soy tan buena como me creo, que debo revisar mis motivaciones constantemente y no dar por sentado que El me complacerá en todo, porque tengo una necesidad legítima. No importa mi “buena” intención y mi idea genial, Dios puede tener una mejor idea.
Durante tanto tiempo, estuve resistiendo el plan de Dios para mi, vivía tratando de planificar el futuro en función de que ese bebé podría llegar, eso en sí mismo no es malo, el problema en mi caso era que no estaba escuchando a Dios. No quería rendir ese sueño. Dios tenía una mejor idea para mí y yo no la quería ver.
Él fue tan paciente, tan amoroso... caminó conmigo en mi ignorancia… con paciencia, no me abandonó, a pesar de mi confusión. El me esperó, me guió con un trato tan especial e individual que solo Él, que me conoce, podía haberlo hecho así. Hasta que finalmente llegué al pie de la cruz, le entregué mis sueños, mi anhelo de ser mamá, de sentir una vida dentro de mí, de criar a un ser humano para Su gloria. Le pedí que cambiara mi corazón, que pusiera sus sueños y anhelos, por que ya no quería vivir frustrada, cansada tratando de forzar Su voluntad.
El milagro ocurrió! Fue como si me pusieran otros lentes, empecé a ver lo bendecida que era mi vida por no tener un hijo! Sé que suena muy raro, pero la bendición de Dios está en amar Su voluntad. Ahora puedo ver lo buena que es Su voluntad! Sus planes para mí son maravillosos y además individualizados!!
No existe una persona igual a otra, para cada una Dios tiene un propósito único. Disfruto de la vida que Dios diseñó para mi, y descubrí, hace unos años, que puedo ser madre! Que he dado a luz o adoptado a tantos adolescentes y jóvenes (también algunas más grandecitas) que no cabrían en mi casa! “Mis niñas” como les digo a algunas, han llegado a ser un tesoro especial en mi corazón. Ser madre espiritual es todo un privilegio o como le digo al Señor, “todo un lujo”!
Aprendí que encontrar el propósito de Dios para mí es el único lugar donde encuentro satisfacción, contentamiento, paz, gozo. Le doy tantas gracias a Dios por que en Su misericordia, no me dejó confundida, frustrada, y sobre todo orgullosa. Gracias Dios por no dejarme salir con la mía! Cuando me desenfoque, no me hagas caso, despiértame de mis sueños y tráeme a Tu verdad! Gracias por amarme a pesar de mí!
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros- declara el Señor- planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11
Dios me mostró lo orgullosa que había sido al creer que podía controlar el que El me diera una vida humana para cuidar. Tenía una buena intención, era un deseo piadoso. Sin embargo, entendí, no sin lágrimas, que mis intenciones, por muy buenas que parezcan pueden ofender a Dios. Que no soy tan buena como me creo, que debo revisar mis motivaciones constantemente y no dar por sentado que El me complacerá en todo, porque tengo una necesidad legítima. No importa mi “buena” intención y mi idea genial, Dios puede tener una mejor idea.
Durante tanto tiempo, estuve resistiendo el plan de Dios para mi, vivía tratando de planificar el futuro en función de que ese bebé podría llegar, eso en sí mismo no es malo, el problema en mi caso era que no estaba escuchando a Dios. No quería rendir ese sueño. Dios tenía una mejor idea para mí y yo no la quería ver.
Él fue tan paciente, tan amoroso... caminó conmigo en mi ignorancia… con paciencia, no me abandonó, a pesar de mi confusión. El me esperó, me guió con un trato tan especial e individual que solo Él, que me conoce, podía haberlo hecho así. Hasta que finalmente llegué al pie de la cruz, le entregué mis sueños, mi anhelo de ser mamá, de sentir una vida dentro de mí, de criar a un ser humano para Su gloria. Le pedí que cambiara mi corazón, que pusiera sus sueños y anhelos, por que ya no quería vivir frustrada, cansada tratando de forzar Su voluntad.
El milagro ocurrió! Fue como si me pusieran otros lentes, empecé a ver lo bendecida que era mi vida por no tener un hijo! Sé que suena muy raro, pero la bendición de Dios está en amar Su voluntad. Ahora puedo ver lo buena que es Su voluntad! Sus planes para mí son maravillosos y además individualizados!!
No existe una persona igual a otra, para cada una Dios tiene un propósito único. Disfruto de la vida que Dios diseñó para mi, y descubrí, hace unos años, que puedo ser madre! Que he dado a luz o adoptado a tantos adolescentes y jóvenes (también algunas más grandecitas) que no cabrían en mi casa! “Mis niñas” como les digo a algunas, han llegado a ser un tesoro especial en mi corazón. Ser madre espiritual es todo un privilegio o como le digo al Señor, “todo un lujo”!
Aprendí que encontrar el propósito de Dios para mí es el único lugar donde encuentro satisfacción, contentamiento, paz, gozo. Le doy tantas gracias a Dios por que en Su misericordia, no me dejó confundida, frustrada, y sobre todo orgullosa. Gracias Dios por no dejarme salir con la mía! Cuando me desenfoque, no me hagas caso, despiértame de mis sueños y tráeme a Tu verdad! Gracias por amarme a pesar de mí!
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros- declara el Señor- planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11
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