“Y quien soy yo para…?” Éxodo 3:11
En verdad
que los seres humanos somos tan complejos. Es de suponerse que luego (i) de haber pasado
varias noches prácticamente sin dormir preparando el documento que debía presentar
a pesar de todas la circunstancias que surgieron; (ii) haber recibido la provisión
de Dios para mi pasaje; (iii) haberme enfrentado a dos gigantes (dos aviones
diferentes hasta Charlotte, North Carolina), cuando finalmente me encontrara en
la conferencia, debía estar dando saltos de jubilo por “haberlo logrado”…pero
no… lo único que venia a mi mente era “qué hago aquí?”…”sola?” “no conozco a
nadie!”
En el
aeropuerto debía esperar un minibús que estaría recogiendo a las participantes
para llevarnos hasta Concord, North Carolina.
En ese
trayecto conocí varias hermanas que iban a la parte de la conferencia que correspondía
al programa sobre “ministerio de mujeres” quienes compartieron sobre lo que
Dios estaba haciendo en sus vidas uniéndolas para formar el ministerio de
mujeres de su iglesia.
De inmediato,
empecé a sugerirles libros sobre el tema, creyendo que conocerían las autoras
(algunas de “mis primas”)…para mi sorpresa hasta me pidieron que les deletreara
el nombre. Me imagino mi cara de asombro (gracias a Dios que yo no la pude ver!!)
pues en mi mente pensaba “y cómo es posible que no conozcan “a mi prima”?. Por aquí
empezó el Señor a trabajar en mi corazón, algunas áreas de pecado que estaban
ocultas (como dice el Salmo 19:12).
La noche de
llegada teníamos una cena; fue un buen tiempo y allí empecé a conocer a algunas
de las que ya había “visto” en el grupo de Facebook. Uno de los temas que surgió desde ese momento
y hasta el final de la conferencia fue el de la adopción; un tema que estaba en
mi mente debido a una solicitud que me habían hecho de que publique algunos
mensajes sobre la perspectiva bíblica del mismo.
En una de
las conversaciones, entre varias preguntas intercambiadas, alguien me pidió conocer
las razones por las cuales me encontraba allí; mi respuesta fue que sentía la
necesidad de “enfocarme” pues me había dado cuenta que estaba un poco distraída.
Finalmente,
ya sin fuerzas fui a acostarme preguntándome una y otra vez: qué hago aquí? Cuando
desperté al día siguiente, estaba un poco “perdida” y tuve que recordarme a mi
misma, donde me encontraba. Y de inmediato, me surgió de nuevo la misma
pregunta. Has experimentado esa sensación de incertidumbre, temor, inseguridad?
Te has atrevido a preguntarle a Dios: Señor qué hago aquí?
En esos
casos, quisiéramos que saliera una señal del cielo que nos aclare todo el
panorama. Pero al igual que a Moisés cuando le preguntaba a Dios en Éxodo 3:11-12 “quién soy yo para hacer Tu
obra?”, Su Respuesta es “YO estaré contigo…” y la señal será posterior al
evento…no vendrá del cielo sino que subirá de nuestros corazones hacia lo Alto
cuando adoremos agradeciéndole por haber cumplido Su Promesa de Su Presencia
con nosotros.
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