Testimonio de Carolina Joa de Núñez
Aprendí a socializar con diferentes médicos hasta que el ultimo me dijo: pero tus hijos tienen a quien salir grandes?.....desde ese entonces cultivo mi relación con el médico.
Aprendí que el temperamento heredado no se puede cambiar con gritos, no se cambia con discursos, ni se cambia con pela, se moldea con oraciones y quien al final produce el cambio no soy yo, es DIOS.
Aprendí que es difícil criar a un varón, siendo yo una mujer y que hay cosas que tengo que aceptarlas así porque toca!!! (aquellos que tienen varones me entienden!)
Aprendí que la mejor compañía para nuestros hijos son los hijos de aquellos cristianos que tienen un verdadero compromiso con Dios y que enseñan en sus casas los principios de Dios, el servicio, la comunión, la compasión y el amor a Dios, pero también aprendí que esto no siempre se puede controlar, esas relaciones son una gran oportunidad para orar y bendecir a otros y aprovechar para moldear el carácter, enseñando cosas como el dominio propio, el amor incondicional e influenciar a otros con lo que Dios nos ha dado.
Aprendí a orar mas por ellos, a estar más pendiente de esas áreas que necesitan con urgencia la asistencia de Dios, porque yo en mi HUMANIDAD no puedo cambiarlas. Aprendí que los niños no son buenos y angelicales como vendieron durante tantos años, aunque son mandados desde allá (desde el cielo) son un producto tipo IKEA, ensamblado en la casa, pero que si no sigo el GRAN MANUAL tendré un perfecto desastre y no obtendré el diseño para el cual fueron creados.
Aprendí a disciplinar, aunque hemos llorado juntos la disciplina, pero en el corto plazo hemos visto resultados.
Aprendí a sonreír, a abrazar, a decir te amo y tú eres especial para Dios. Aprendí lo mucho que Dios me ama como su hija y lo poco tolerante que es Dios con el pecado. Como madre soy nada tolerante con las malas actitudes, malos comportamientos, con el vocabulario, con el orgullo y egoísmo, y si esa soy yo, poco santa e imperfecta cuanto más nuestro Dios que es TODO SANTO Y PERFECTO.
Continúa.../
Aprendí a socializar con diferentes médicos hasta que el ultimo me dijo: pero tus hijos tienen a quien salir grandes?.....desde ese entonces cultivo mi relación con el médico.
Aprendí que el temperamento heredado no se puede cambiar con gritos, no se cambia con discursos, ni se cambia con pela, se moldea con oraciones y quien al final produce el cambio no soy yo, es DIOS.
Aprendí que es difícil criar a un varón, siendo yo una mujer y que hay cosas que tengo que aceptarlas así porque toca!!! (aquellos que tienen varones me entienden!)
Aprendí que la mejor compañía para nuestros hijos son los hijos de aquellos cristianos que tienen un verdadero compromiso con Dios y que enseñan en sus casas los principios de Dios, el servicio, la comunión, la compasión y el amor a Dios, pero también aprendí que esto no siempre se puede controlar, esas relaciones son una gran oportunidad para orar y bendecir a otros y aprovechar para moldear el carácter, enseñando cosas como el dominio propio, el amor incondicional e influenciar a otros con lo que Dios nos ha dado.
Aprendí a orar mas por ellos, a estar más pendiente de esas áreas que necesitan con urgencia la asistencia de Dios, porque yo en mi HUMANIDAD no puedo cambiarlas. Aprendí que los niños no son buenos y angelicales como vendieron durante tantos años, aunque son mandados desde allá (desde el cielo) son un producto tipo IKEA, ensamblado en la casa, pero que si no sigo el GRAN MANUAL tendré un perfecto desastre y no obtendré el diseño para el cual fueron creados.
Aprendí a disciplinar, aunque hemos llorado juntos la disciplina, pero en el corto plazo hemos visto resultados.
Aprendí a sonreír, a abrazar, a decir te amo y tú eres especial para Dios. Aprendí lo mucho que Dios me ama como su hija y lo poco tolerante que es Dios con el pecado. Como madre soy nada tolerante con las malas actitudes, malos comportamientos, con el vocabulario, con el orgullo y egoísmo, y si esa soy yo, poco santa e imperfecta cuanto más nuestro Dios que es TODO SANTO Y PERFECTO.
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