TESTIMONIO BERTHA AQUINO DE DOMINGUEZ (esposa pastor Marthyn Domínguez de Iglesia Bautista Invivienda)
Le conocí siendo aún muy jovencita; tuve la convicción de que habían cosas en mi vida que no eran agradables a Dios, y que esas “cosas” tenían un nombre: se llamaban pecado y que solo El podía perdonarlo, pues entendí que Cristo fue a la cruz en mi lugar, tal como encontramos en Su Palabra “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16.
En esta etapa de mi adolescencia, mi tiempo, mis intereses, mi entretenimiento, estaban en la iglesia, asistía a todas las actividades que se organizaban allí; leía la Biblia y aprendía muchos versículos de memoria, no quería hacer otra cosa que no fuera servir a Dios, y El me dio la oportunidad de hacerlo de muchas maneras: enseñando, predicando, cantando, actuando en dramas, abriendo y cerrando las puertas de la iglesia para cultos y otras actividades.
Dios me llamó desde mi adolescencia para servirle. Uno de los pasajes que Dios usó en ese tiempo en mi vida fue Mateo 6:19-21: “No os hagáis tesoros en la tierra donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo; donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
A través de ese pasaje comprendí que Dios quería toda mi atención, todo mi interés, todas mis fuerzas, toda mi juventud dedicadas a las cosas de El, de Su Reino porque son las que permanecen para siempre: “los tesoros en el cielo”.
Mi corazón ya pertenecía al Señor y El quería que estuviera enfocado en Su Dirección; así estaba entregándole mi vida a Dios para servirle. Por lo tanto, decidí prepararme en un seminario ya que sentí que Dios me estaba llamando para integrarme a Su Obra misionera.
Continúa.../
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