"Querida compañera:
Te escribo esta carta porque lo que te pasa es importante para mí. Aunque
las cartas no se titulan, he decidido hacerlo con esta, y la he llamado: La
Dulce Pela de Dios.
Sí hermana, ya sé…
Este título tiene palabras contraproducentes; y ése efecto se intensifica
si recuerdas tus años infantiles; puede
parecer absurdo cuando en aquellos años lograste conocer la anatomía de una correa
y sus diversos usos, además del Principio de “La Acción y el Efecto”, en donde
el impacto del instrumento que choca contra la materia es directamente
proporcional al grado de enojo causado al usuario del aparato. Eres toda una científica-física,
dale gracias a tu madre.
Acompáñame a profundizar en el versículo 12 del Salmo 94: “Bienaventurado el hombre a
quien corriges, SEÑOR, y lo instruyes en tu ley”
(BLA), de inicio, una puede pensar que se trata de un salmo tipo 119, donde
todo gira alrededor de la Ley de Jehová y el deleite, gozo, limpieza o cura de
guardarla.
Pues no “mai frend”. Ooooh no. En esta obra, el salmista se refiere a
Jehová como “Dios de las Venganzas” y clama para que se haga justicia contra
quienes oprimían al pueblo. Le pide al
Juez de la tierra que se engrandezca dándole al soberbio lo que se merece. Finalmente,
el salmista espera en que “la Roca de su confianza” ha de volver sobre los
malhechores su iniquidad y los destruirá.
Pero lo chévere del caso es ver cómo en el “medio tiempo” el salmista
saca su propia “tajá del bizcochito”. Y es que el acercarse a Dios en términos
de Su Justicia es saber que todo el mundo se va a quedá dao”: el impío para recibir la paga de su
malicia, y el hijo de Dios para saberse inútil si no pone sus ojos en Él de
forma continua. Y es que el salmo sigue: “Si digo: Mi pie ha resbalado, Tu misericordia,
oh SEÑOR, me sostendrá. Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, Tus
consuelos deleitan mi alma.”
El salmo está interesantico sí... Más ”alantico” expresa: “Porque el SEÑOR no abandonará a Su
pueblo, ni desamparará a Su heredad. Porque el juicio volverá a ser
justo, y todos los rectos de corazón lo seguirán.” No se trata de mi justicia,
sino de Su posesión. No se trata de lo que yo aporto, sino de lo que Él ha
tomado para Sí por Su Beneplácito y para Su Gloria. Y es que todo, absolutamente todo, se trata de
lo que Él es, no de lo que somos. Se trata de que Él es Justo, y por lo tanto
no hay nada más razonable que en honor a lo que Él es, amar y colocar Su Nombre
por encima de todo. “El restaura mi
alma; me guía por senderos de justicia por amor de Su Nombre.” (Salmo 23: 3,
BLA)
0 comentarios:
Publicar un comentario