En ese momento las palabras que Dios puso en los labios de mi madre fueron las que me frenaron de seguir pensando en los planes que yo misma tenia; ésta me dijo: “para, te escuché cuando viniste a entregar el portafolio poniendo todo en manos de Dios, y sé que esta carta no viene de la escuela, sino que más bien viene directamente de El, vamos a ver cuál es Su voluntad”.
En ese momento le pedi perdón a Dios por no haber aceptado Su voluntad desde un principio, y también le pedí que me mostrara que El quería mostrarme en esta situación.
Me preparé para irme a la ciudad donde se encuentra la escuela; al llegar allá, reflexionaba en que ese lugar se convertiría en mi hogar por los próximos dos años; conocí tres muchachas que a simple vista eran de buen aspecto y quienes iban a ser mis roomates durante mi estadia de esas dos semanas.
En un principio, todo marchaba sin mayores inconvenientes; hasta empecé conocer mas personas que se convirtieron en “el grupo social” que me rodeaba; lamentablemente sus vidas se basaban en irresponsabilidades, no tener límites en ningún aspecto, bebidas, cigarrillos, toda clase de vicios, sexo y más… actividades que solo de presenciarlas me dolían; y día a día me concentraba mas en salir de clases, terminar mis tareas a tiempo, hacer mi devocional y escuchar alabanzas.
Durante esos días, pude experimentar en carne propia lo único que este mundo (sin Cristo) tiene que ofrecer: autodestrucción; contaba los días que me faltaban para salir de ese lugar.
En ese momento le pedi perdón a Dios por no haber aceptado Su voluntad desde un principio, y también le pedí que me mostrara que El quería mostrarme en esta situación.
Me preparé para irme a la ciudad donde se encuentra la escuela; al llegar allá, reflexionaba en que ese lugar se convertiría en mi hogar por los próximos dos años; conocí tres muchachas que a simple vista eran de buen aspecto y quienes iban a ser mis roomates durante mi estadia de esas dos semanas.
En un principio, todo marchaba sin mayores inconvenientes; hasta empecé conocer mas personas que se convirtieron en “el grupo social” que me rodeaba; lamentablemente sus vidas se basaban en irresponsabilidades, no tener límites en ningún aspecto, bebidas, cigarrillos, toda clase de vicios, sexo y más… actividades que solo de presenciarlas me dolían; y día a día me concentraba mas en salir de clases, terminar mis tareas a tiempo, hacer mi devocional y escuchar alabanzas.
Durante esos días, pude experimentar en carne propia lo único que este mundo (sin Cristo) tiene que ofrecer: autodestrucción; contaba los días que me faltaban para salir de ese lugar.
Continúa.../
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