Ojos que no ven...


Cuando decidí cuál sería el titulo de esta reflexión me reía para mis adentros, pues, pensaba que en las últimas semanas había estado utilizando algunos refranes populares para los mismos; créanme no estoy utilizando “El Refranero” para titular las reflexiones… espero que sea Dirección Divina.

Basándonos en nuestros versículos del día, esta reflexión podría llevar otro titulo que seria “Bienaventurados los ojos que ven pues así el corazón siente”; las tres columnas que sostienen nuestra entrega de hoy son las siguientes:

1.       Mateo 13:16 “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven…”.

2.       Lucas 10:23 “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis…”

3.       Juan 20:29 “…bienaventurados los que no vieron y creyeron”.

Alto!! Retrocede…lee de nuevo los versículos. Encuentras uno que parecería no encajar en ese trío? Si identificaste a Juan 20:29 como el “patito feo” estás en lo cierto ya que en una primera lectura parecería ser opuesto a las bienaventuranzas contenidas en el  1º y 2º versículos; sin embargo, aprendimos en la entrega anterior que “no todo lo que brilla es oro”; así que sigamos adelante con nuestra reflexión.

 Resulta paradójico que tanto las palabras anteriores de Mateo y Lucas como aquellas de Juan hayan salido de los labios de Nuestro Señor Jesús; por un lado, bendiciendo los ojos que ven y por otro, a los que no ven.

No obstante, en ambos casos se trata de una misma enseñanza: es necesaria la Visión Espiritual, a la cual el apóstol Pablo se refirió cuando decía a los Corintios en su Segunda Carta “por fe andamos, no por vista” (5:7); esto es, que para los cristianos lo importante no es lo que vemos materialmente sino espiritualmente (por la fe); es por eso que en el caso de Juan 20:29 la bendición viene por andar por fe y no por vista: no ver (aquí se refiere a visión física/material) sino creer (visión espiritual).

La fe es a la visión espiritual lo que el nervio óptico a la visión física, pues, éste se encarga de transmitir la información visual al cerebro. Esta visión espiritual es la que ha sostenido a los gigantes de la fe, a través de los siglos, tal como señala Hebreos 11; muy particularmente, el versículo 13 al referirse a Moisés quien se “sostuvo como viendo al Invisible”.  

Una lectura mas completa de los textos de Mateo 13 y Lucas 10 nos permitirán descubrir que cuando los ojos espirituales están ciegos, la consecuencia inmediata es que el “corazón no siente” como dice el refrán popular, pues, no tendrá capacidad de arrepentirse y convertirse.

Podemos pedirle a Dios esta visión espiritual como hizo Eliseo en 2 Reyes 6:17 cuando oró para que Dios abriera los ojos de su siervo; pero también el apóstol Pablo en Efesios 1:18 intercedía delante del Padre para que obrara “alumbrando los ojos de [vuestro] entendimiento…” y cuando se recibe esa visión espiritual, entonces nos llenamos de esperanza conociendo las abundantes riquezas en gloria que poseemos.

Otra manera en que la adquirimos es a través de la Cirugía de la Aflicción que abre nuestros ojos espirituales como ocurrió con Job “…mas ahora mis ojos te ven…” (Job 42:5).

Para reflexionar: Necesitamos una visita al Oculista Divino para que nos conceda Su Visión Espiritual?. Si nos hacen un chequeo rutinario de nuestra visión espiritual, cuales serian los resultados? 20/20? O, necesitamos del colirio que ese Divino Oculista recetó a Su paciente de la iglesia en Laodicea? (Apoc.3:18)

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