La Bienaventuranza de la espera (3)



Luego de reflexionar en los versículos del 1 al 3 del Salmo 40 donde encontramos (i) características de nuestra espera; (ii) beneficios inmediatos; (iii) mensaje que dicha espera comunica sobre nuestra verdadera creencia de Aquel a quien estamos esperando.

En esta ocasion, dirigimos nuestra atención al versículo 4 en el cual el salmista exclama: ¡Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira!” 

Es decir, el objeto de nuestra confianza (ya sea el Señor o los soberbios) determinará si seremos o no, mujeres bienaventuradas; esta cualidad solo la adquirimos cuando esa confianza ha sido depositada en la persona de Jesus; es por esto que, en múltiples ocasiones la Biblia nos advierte que es mejor confiar en el Señor que en los hombres (Salmo 118:8; Salmo 146:3) ; llegando a declarar una maldición sobre aquellos que confían en el hombre (Jeremías 17:5) y confirmando que aquel que pone su confianza en el Señor es “bendito” lo que es igual a bienaventurado (Jeremías 17:7).

Porqué la Palabra contiene esas advertencias? Porqué esa maldición?  Porque los seres humanos con nuestra naturaleza caída (pecaminosa) somos inconstantes, débiles, inestables, inseguros, nuestro corazón nos engaña, somos limitados en sabiduría, en poder…por lo tanto, todo aquel que ponga en nosotros su confianza, sin lugar a dudas, será defraudado…pues, no somos mas que “cisternas agrietadas que no retienen agua”.  

En contraste, el Señor es Inmutable, es el mismo ayer, hoy y por los siglos, es Omnisciente, Todopoderoso, en El no hay engaño ni sombra de variación y Su Palabra nos dice que aquellos que esperan en El no serán avergonzados;  Él es la Fuente de Agua Viva.

Confiar en los hombres es tener los pies en lodo cenagoso (hundiéndonos siempre) mientras que poner nuestra confianza en Él es permanecer sobre la Roca; es por esto que el Salmo 125 nos recuerda que los que confian en El son como el monte de Sion que no se mueve sino que permanece para siempre.

La imagen que hemos utilizado para estas meditaciones es el Peñón de Gibraltar, grande y portentoso; ahora imaginate en medio de una tormenta, de vientos fuertes, alto oleaje; y piensa, donde estarás más segura en las arenas de la playa que se levantan con cualquier viento o sobre el mismo Peñón que permanece inconmovible?   

De acuerdo a este versiculo 4, poner nuestra confianza en el Señor es la UNICA acción que debemos realizar para calificar como “bienaventuradas"; y al mismo tiempo, existen dos acciones que debemos evitar: (i) mirar a los soberbios y (ii) mirar a los que se desvían tras la mentira.

Por tanto, al confiar en el Señor debemos estar atentas hacia donde se esta dirigiendo nuestra mirada: exclusivamente hacia El? o, en su lugar, estoy como el “hombre de doble ánimo” de que habla el libro de Santiago; es decir, con un corazón dividido? Supuestamente “confiando en el Señor” pero al mismo tiempo, prestando atención a aquellos que lo rechazan a El? (los soberbios que no quieren humillarse y reconocer a Dios); quizás considerando “su prosperidad”? su manera de hacer las cosas? Su éxito en esta tierra?

En nuestros tiempos de espera cuando debemos poner nuestra confianza en El, asegurémonos de hacerlo como los peregrinos del Salmo 121 quienes “alzaban los ojos a los montes” es decir, fijaban su mirada en lo Alto, sabiendo que solo de allí vendría la ayuda que esperaban. 

Una mujer bienaventurada es aquella que reconoce que debe ESPERARLO  CONFIADAMENTE + MIRARLO SOLO A EL; pues, entonces, disfruta de las consecuencias naturales de esa espera y confianza: estar firme en la Roca de los Siglos (incomparablemente mas imponente que el Peñón de Gibraltar) habiendo sido enderezados sus pasos, en lugar de seguir los de aquellos que “se desvían tras la mentira”  ya que si Jesús es la Verdad y el Camino; desviarse tras la mentira implica seguir dioses falsos, es decir, ídolos que no conducen a ninguna parte.

Recordemos que hay camino que a nuestros ojos parecen camino derecho, pero al final se trata de camino de muerte, en cuyo trayecto perderemos todas las bienaventuranzas que El nos ha concedido generosa y gratuitamente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reflexion. Sigue adelante, los ojos fijos en Jesus, el autor y consumador de la fe..
Dios te bendiga hermana!
TQM
Marisol

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