Testimonio de esperanza: Confiando en Su Soberanía en el dolor (1)

Cuando el año pasado vino a mi mente la idea de incluir "Testimonios de Esperanza" en el blog, pensaba en publicar situaciones que atravesaron algunas mujeres que pudieran servir para brindar verdadera esperanza en Cristo a otras,  que en algún  momento habrán de pasar por las mismas circunstancias, y entonces, recordé que la experiencia que atravesó esta hermana que hoy nos comparte su testimonio, la tendrán que atravesar practicamente todas las mujeres casadas que lean este mensaje.


Creo que sin temor a equivocarme, este ha sido el testimonio más impactante que experimenté de manera personal, pues, me tocó muy de cerca. Cuando recibí aquella llamada el domingo 22 de junio de 2003, temprano en la mañana, al escuchar a esta hermana quien me comunicaba en medio de gritos y lágrimas que su esposo había fallecido, mi primer pensamiento fue que ella había perdido la razón, porque no era posible que fuera verdad lo que me decía, ya que se trataba de un hombre joven, que gozaba de buena salud.


Un grupo de hermanas nos trasladamos a su casa, fuimos llegando una a una, todas sorprendidas, compungidas y estupefactas, sin palabras qué decir, y allí no salimos de nuestro asombro ante la solicitud que esta hermana nos hizo en medio de su dolor, cuando nos pidió "quiero alabarlo, vamos a alabarlo"  refiriéndose al Señor;según ella nos ha comentado al pasar de los años, tenía esta profunda necesidad porque entendia que Dios habita en medio de la alabanza y lo que más anhelaba en ese momento era experimentar Su Presencia.


Junto con ella entonamos una alabanza que era muy especial para todas nosotras en ese tiempo, pero que en esa ocasión no se quedaba en simples letras y tonadas, sino que cada palabra adquirió vida en ese momento; todas alrededor de ella, levantamos nuestras manos a El, y cantamos varias veces (una canción del hermano Henry Ely que se cantaba con frecuencia en ministerios Bet-El donde todas habíamos nacido en Cristo):
"A Tí, Alfarero Divino, 
a Tí, Alfarero de Amor, 
a Tí, el Autor de mi vida, 
a Tí, consumador de mi fe, 
a Tí, aunque a veces no entienda 
Tus Propósitos y Tu Voluntad,
te doy gracias porque sé que es un trato de amor 
y que Tu obra postrera es mejor. 
Tómame hoy en Tus Manos 
y deshazme y vuelveme a moldear otra vez, 
quiero que formes por Tu Espíritu, 
todo mi ser, para alabarte por Tu Gracia y Misericordia
en santa integridad y fe... y servirte dignamente Señor...
y adorarte eternamente, Señor".  


Yo no salía de mi asombro y pensaba que de verdad ella amaba al Señor de una manera que yo no había conocido todavía.
Continúa...

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