Testimonio de esperanza: Confiando en Su Soberanía en el dolor (2)


Testimonio de Loyda Ramírez:

Con apenas algo menos de 6 años de casada y un niño que aún no tenía 2 años de edad, (esto ocurría a mediados de 2003), estaba enfrentado problemas en mi matrimonio. Aunque ya la Gracia de Dios me había alcanzado, esa situación de incertidumbre en mi relación de pareja, fue usada por Dios para  profundizar mi vida de oración y estrechar mi relación con El.

Es así que en medio de tales circunstancias me acerqué a tomar consejería con el pastor de la iglesia donde me congregaba (La IBI) con el deseo de entender mejor el problema que enfrentaba así como descubrir el propósito de Dios en medio del mismo. Como sólo Dios conoce el futuro, yo no me estaba percatando de la bendición que constituían aquellos días, pues era una preparación anticipada que el Padre había provisto para lo que tendría que enfrentar más adelante, así que sin saberlo, en medio de mi problema, estaba siendo bendecida, al fortalecerse mi intimidad con Dios.

Aquella tarde, al concluir la consejería, salí con la tarea de que debía orar para que Dios me revelara el propósito de esa situacion y cuando tuviera respuesta, debía volver a consejería; en los siguientes dias cuando buscaba el Rostro de Dios para que me revelara el propósito de aquel problema en que me encontraba, solamente sentía en mi corazón las palabras "confía en mí", pero las mismas no me hacían ningún sentido; por eso, mi respuesta a El era que "debía haber algo más" pero una y otra vez, durante los siguientes 11 días de mi última consejería, estas palabras eran la única respuesta que recibía. 
  
 Lejos estaba yo de imaginarme porqué el Señor me estaba invitando a confiar en El y no me daba la respuesta que yo esperaba. Justamente 11 días despues de mi última reunion de consejería, un domingo en la mañana antes de ir a la iglesia, mi esposo, un hombre joven de 35 años, aparentemente saludable, abogado en ejercicio, quien estaba haciendo su vida normal, de repente me comentó que tenía un fuerte dolor que culminó -en cuestion de muy pocos minutos-, en un infarto fulminante que sesgó su corta vida.

Aquello fue devastador para mi vida; además, de mi núcleo familiar (padres y hermano) yo era la única que vivía en esta ciudad. Así que tenía que empezar a vivir una vida sola, con un profundo dolor en mi corazón y con un niño de apenas un año y ocho meses. 

Continúa...

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