La dulce pela de Dios (Parte 2)

Por: Bellisse Bernal

Seguimos viviendo en un cuerpo pecaminoso; por eso, “Mija”, bájese del “cojollito” del pino cuando vea que una etapa de disciplina ha comenzado, y que la ha asaltado con manos arriba porque usted es fiel al Señor, haciendo Su obra, confiando en Su Gracia.
"Destrépese” del obelisco del Malecón cuando usted piense que es “una sielva que tá ofreciéndose en el miniterio",  y súmele a eso la búsqueda por el Rostro de Dios en lo diario”. Déjese  de orgullosa y recuerde que Dios no murió por justos, sino por gente como usted. Hace la Cruz vana si piensa que por sus obras le pasará por arriba la varita. El “tíquiti-tíquiti” va porque va.
Transliterándolo, el versículo base diría: “Bendito el hombre quien Dios azota para enseñarle Sus Mandamientos”. Como el salmista, debemos  centrar nuestra mirada no en los instrumentos que afligen, sino en las Manos de Dios y Su gran corazón. Esto no fue un antojo del salmista, sino  una promesa de Dios… Bendita promesa. No regatees la disciplina de Dios. El Señor tu Dios quiere hacerte ver Su Bondad y tu maldad.
Recuerdas a Isaías, cuando tuvo la visión de Dios, que dijo “Ay de mí !!!” (Is. 6:5, BRV), cuando vio Su Majestad y quería que lo tragaran las faldas del Altísimo… Y de Jacob, que tuvo aquel sueño con Dios, en donde se le da la dulcísima promesa de heredad; más cuando se levantó no dijo “Qué sueño ni má chévere” sino que dijo “Cuán terrible es este lugar, porque es casa de Dios…”?  Así será para nosotras…
Grafícate como una muchachita que se queda parada, inmutada, absorta, mirando al suelo cuando sabe que el padre viene con el instrumento aquel. Si así lo sientes,  llora… y  llora con  gusto pero “pica” los ojos para que las lágrimas no te cieguen de ver lo que realmente amas y en lo que realmente confía tu corazón cuando el castigo se torna severo. Entrarás al cuarto del reguero donde nadie quiere entrar, para encontrar que todo empolvado, allá en la esquinita, está el cofre de tu tesoro. Abrirlo durante el castigo no será bonito. No será abrirlo en medio de la isla de “lo muñequito” de Discovery Kids con la archi-batallada llave, y gozosa, descubrir que en el exótico cajón hay monedas de oro… y tirarlo “pa’rriba”, y que  aparezca en una esquinita en letra cursiva “The End”… y se va desvaneciendo la imagen con un zoom out de la isla y los protagonistas brincando de felicidad.
“Ai” no manita. Se puede parecer más a un cuarto oscuro en el que trancaron a la protagonista y luego ella fija los ojos en una esquina con un cajón que contiene un objeto que brilla, y ella se dirige temerosamente para allá. Y por más que la sala de cine enterita le grite “No vayaaaa”, “muchacha, juuuye!”, oooye, pero qué “mujel má brutaaaaa”; que no “coja pallá!”. Al final, ella va.

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