La dulce pela de Dios (Parte 1)

Por: Bellisse Bernal

"Querida compañera:
Te escribo esta carta porque lo que te pasa es importante para mí. Aunque las cartas no se titulan, he decidido hacerlo con esta, y la he llamado: La Dulce Pela de Dios.
Sí hermana, ya sé…
Este título tiene palabras contraproducentes; y ése efecto se intensifica si recuerdas tus años infantiles;  puede parecer absurdo cuando en aquellos años lograste conocer la anatomía de una correa y sus diversos usos, además del Principio de “La Acción y el Efecto”, en donde el impacto del instrumento que choca contra la materia es directamente proporcional al grado de enojo causado al usuario del aparato. Eres toda una científica-física, dale gracias a tu madre.
Acompáñame a profundizar en el versículo 12 del Salmo 94: “Bienaventurado el hombre a quien corriges, SEÑOR, y lo instruyes en tu ley” (BLA), de inicio, una puede pensar que se trata de un salmo tipo 119, donde todo gira alrededor de la Ley de Jehová y el deleite, gozo, limpieza o cura de guardarla.
Pues no “mai frend”. Ooooh no. En esta obra, el salmista se refiere a Jehová como “Dios de las Venganzas” y clama para que se haga justicia contra quienes oprimían al pueblo.  Le pide al Juez de la tierra que se engrandezca dándole al soberbio lo que se merece. Finalmente, el salmista espera en que “la Roca de su confianza” ha de volver sobre los malhechores su iniquidad y los destruirá.
Pero lo chévere del caso es ver cómo en el “medio tiempo” el salmista saca su propia “tajá del bizcochito”. Y es que el acercarse a Dios en términos de Su Justicia es saber que todo el mundo se va a quedá  dao”: el impío para recibir la paga de su malicia, y el hijo de Dios para saberse inútil si no pone sus ojos en Él de forma continua. Y es que el salmo sigue: “Si digo: Mi pie ha resbalado, Tu misericordia, oh SEÑOR, me sostendrá. Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, Tus consuelos deleitan mi alma.”
El salmo  está  interesantico sí... Más ”alantico”  expresa: “Porque el SEÑOR no abandonará a Su pueblo, ni desamparará a Su heredad. Porque el juicio volverá a ser justo, y todos los rectos de corazón lo seguirán.” No se trata de mi justicia, sino de Su posesión. No se trata de lo que yo aporto, sino de lo que Él ha tomado para Sí por Su Beneplácito y para Su Gloria.  Y es que todo, absolutamente todo, se trata de lo que Él es, no de lo que somos. Se trata de que Él es Justo, y por lo tanto no hay nada más razonable que en honor a lo que Él es, amar y colocar Su Nombre por encima de todo.  “El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de Su Nombre.” (Salmo 23: 3, BLA)

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