Ser una mujer de esperanza (Introducción)

No sé hacia dónde Dios se está dirigiendo en esta ocasión mientras empiezo a escribir sobre ser una mujer de esperanza. Tengo la convicción de que cuando Dios nos pone a estudiar, a investigar o reflexionar sobre un tema determinado es porque El quiere primero trabajarlo en nuestras vidas para que luego lo podamos comunicar desde el corazón.

Así, por ejemplo cuando leo las meditaciones de tío Charlie (como me he dedicado a llamar a Charles Spurgeon y a otros hombres o mujeres de Dios quienes han impactado mi vida con sus escritos) a menudo me pregunto qué estaría pasando en su vida en ese preciso momento que Dios lo llevó a reflexionar de tal o cual manera. Y a veces hasta trato de identificar alguna situación en la cual pudiera encontrarme que llevara a Dios a hacerme meditar como lo hizo con el autor; creo que esta práctica pudiera entenderse como “hacer empatía”.

Le pido a Dios que en el caso de este estudio sobre “Ser una Mujer de Esperanza” esta convicción que describo anteriormente sea puesta ciertamente por El y que al final de esta serie, Dios nos ayude a ser mujeres de esperanza; El sabe cuánto lo necesitamos. Desde hace años, uso unos calendarios que tienen diferentes temas cada año y contienen versículos para cada día;  ayer me sorprendí al encontrar que para el mes de Septiembre el tema es “Esperanza”; lo asumí como una confirmación de Dios de que El está interesado en que seamos “Mujeres de Esperanza”.

Hay un correo electrónico que ha circulado múltiples veces haciéndonos pensar en cuál color le pondríamos a nuestras amigas según su personalidad; en mi caso, conozco una persona a quien en el Arco Iris de Dios le correspondería el “verde esperanza” según los numerosos testimonios sobre cómo Dios ha usado sus palabras para restaurar la esperanza de aquellos que la habían perdido.

Meditaba en porqué al color verde se le llamará “color de esperanza”; me llegó a la mente el insecto que se le llama “esperanza” y es verde; no sé si el nombre lo recibió de su color “es verde como la esperanza” o a la esperanza como tal se le atribuye dicho color debido al nombre del insecto y el color que tiene. Por otro lado, quién no ha escuchado el refrán “mi esperanza era verde y se la comieron los burros”?

Luego pensé en la Creación de Dios, en especial el color verde de las hojas de los árboles que nos comunican que todavía en ese árbol hay vida y cuando pierde ese color, es decir, se marchita, sabemos que la vida se ha ido. También pensé en las estaciones del año, aunque en nuestro país no se aprecia como en otros lugares, donde luego del crudo invierno en que los árboles no tienen hojas, el anuncio de la primavera, se percibe en el color de la vegetación, el verde de los árboles… y entonces, sabemos que ha llegado una nueva etapa: es ésta una época de libertad (porque se va el encierro del invierno) de aire fresco, de sol radiante, diversidad de colores de las flores, de brisa cálida, en fin, “hay vida aún”, entre otras bendiciones que trae consigo la primavera.

Dónde encontramos este diseño perfecto y precioso en la Biblia? Está en Génesis 1:14 cuando Dios dijo: “Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años”, pero aún más hermoso es ver que el Creador diseñó las estaciones justo después de haber creado, la “hierba verde” como nos dice Génesis 1:12; qué enseñanza pudiera sacar de esta secuencia de eventos en la Creación?

Cada vez más, trato de especular menos sobre las razones por las cuales Dios hizo o hace esto o aquello; tengo que reconocer que soy simplemente un ser humano falible y no quiero en mi ignorancia atribuirle a Dios lo que El no ha revelado (un día veré Su Rostro y no quiero tener que escuchar: “Isabelita yo nunca dije o revelé aquello que dijiste”).

Por eso solamente voy a compartir cómo pudiera aplicarse esta secuencia de eventos a mi vida (el día 3 de la Creación, Dios crea “hierba verde” e inmediatamente después, las estaciones) pues bien, conociéndome sé que llego a acostumbrarme a las cosas, a darlas por sentado y no agradecerlas; entonces, necesito saber que la “hierba verde” no va a estar siempre en mi vida, para entonces valorarla, celebrarla, y en especial: Darle gracias a Dios.

Este tema de las estaciones y el hecho de no tener la hierba verde todo el tiempo me hace pensar en Juan 16:33 cuando Jesús nos dice “en el mundo tendréis aflicción. Pero confiad yo he vencido al mundo”; es decir, vendrá el verano con su calor sofocante, lo más parecido al desierto; luego el otoño cuando las hojas verdes ya no estarán, se habrán marchitado, las verás caer, como si fueran anhelos o proyectos fracasados; luego el crudo invierno, el frío, la soledad, las noches largas… pero aunque por “un poco de tiempo” no veas la hierba verde, aunque ésta se haya secado, marchitado; aunque creas que todo está acabado, el Señor nos dice “Confiad, YO he vencido al mundo” llámese verano, otoño o invierno, yo soy el Dueño, el Diseñador de todas ellas, pero también de tu Primavera: YO SOY LA VIDA, YO HAGO TODAS LAS COSAS NUEVAS!!!

Quiera Dios darnos la gracia de que a través de este estudio podamos escuchar la voz del Amado diciéndonos como Cantares 2:10 al 12: “Mi amado habló y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.”

Así como el color “verde esperanza” nos comunica que hay vida aún, de lo cual se hace eco el refrán popular “mientras hay vida esperanza”, recordemos que CRISTO ES LA VIDA, y por eso EN EL SIEMPRE HAY ESPERANZA!! Bien nos dice el apóstol Pablo en Colosenses 1:27 “Cristo en vosotros, esperanza de gloria!!

Esta meditación pretende ser una introducción al tema, en cual quisiera que exploremos varios aspectos, tales como: el objeto y el origen de nuestra esperanza; cómo piensa una mujer de esperanza; qué comunican las palabras de una mujer de esperanza? cuál es la diferencia entre la esperanza del mundo y la esperanza bíblica; esperanza en la obra de Dios en mi persona, en mi familia, en mis circunstancias; quiera Dios bendecirnos escuchando Su Dulce Voz a través de Su Palabra, que sea El quien lleve nuestros dedos por cada Verdad que quiera comunicarnos: que el mensaje sea Suyo.

Para concluir esta introducción, meditemos en lo que nos dijo Jeremías “el profeta llorón”, en los versículos 22 al 24 del libro de Lamentaciones que bien pudiera ser considerado como el libro que nos enseña a buscar la fuente de nuestra esperanza en la persona de Dios, poniendo nuestra confianza en que Dios es Fiel: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto en El esperaré”

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