Nunca antes me había detenido a pensar cuál sería el significado de los colores tradicionales de esta época en que el mundo celebra el Nacimiento de Jesús -aunque lastimosamente en la gran mayoría de los casos ni siquiera tienen conocimiento ni les interesa conocer la verdadera razón de la celebración- hasta que recientemente estuve en una actividad donde se repartieron unos recuerditos que estaban envueltos en bolsitas rojas o verdes.
En ese momento alguien pidió una de las bolsitas diciendo que prefería la verde porque simbolizaba la esperanza en Cristo; y fue cuando reflexioné que ciertamente los cristianos pudiéramos asignarle a los colores tradicionales de la Navidad dos grandes significados que representan LA VERDADERA RAZON DE LA CELEBRACION; aunque aparentemente otras fueron las razones de haber adoptado estos colores para la época.
Sin embargo, como cristianos estamos llamados a encender la Luz de Jesús en un mundo en tinieblas, instando a tiempo y fuera de tiempo; por lo tanto, qué mejor ocasión para ayudarlos a descubrir la verdadera esperanza de la Navidad que no se trata de simples letras huecas en una tarjeta hermosamente diseñada.
Aunque en las últimas décadas se han incluido diferentes colores en la Navidad según las tendencias de la moda, todos conocemos que tradicionalmente el rojo y el verde han sido los colores simbólicos de la ocasión; qué significado pudieran tener estos colores desde una perspectiva cristiana? Veamos:
a) Rojo: Como la sangre que en la cruz derramó Aquel que en un pesebre nació; y
b) Verde: Como la esperanza en que fuimos salvos según Romanos 8:24
Y cuál es esa esperanza en que fuimos SALVOS? La misma que el apóstol Pablo encontró cuando dijo a Timoteo "que Cristo Jesús vino al mundo a SALVAR a los pecadores, de los cuales yo soy el primero"(1 Tim.1:15); qué puede darnos más esperanza que sabernos perdonados por la eternidad?
Ese humilde nacimiento fue la culminación de siglos de esperanza no sólo del pueblo judío sino de toda la humanidad caída cuya esperanza fue cortada en el jardín del Edén, cuando en Génesis 3 vemos las consecuencias que Dios impuso por la desobediencia de Adán y Eva, quedando separados para siempre de la relación de intimidad que mantenían con Dios y de todo lo que ésta implicaba para seres humanos frágiles que necesitaban la seguridad que sólo les daba el Dios Todopoderoso.
Pero además del nacimiento, era necesaria la sangre preciosa del Cordero sin mancha para que se perfeccionara la esperanza que en el pesebre nació: lo que allí se inició en la cruz se completó, siendo restaurada la esperanza de la humanidad: esperanza de una nueva oportunidad, esperanza de una eterna seguridad, esperanza de poder olvidar, esperanza de volver a soñar, y con El en Su Reino esperanza para siempre jamás!
Esa es la verdadera esperanza de la Navidad.
Sin embargo, como cristianos estamos llamados a encender la Luz de Jesús en un mundo en tinieblas, instando a tiempo y fuera de tiempo; por lo tanto, qué mejor ocasión para ayudarlos a descubrir la verdadera esperanza de la Navidad que no se trata de simples letras huecas en una tarjeta hermosamente diseñada.
Aunque en las últimas décadas se han incluido diferentes colores en la Navidad según las tendencias de la moda, todos conocemos que tradicionalmente el rojo y el verde han sido los colores simbólicos de la ocasión; qué significado pudieran tener estos colores desde una perspectiva cristiana? Veamos:
a) Rojo: Como la sangre que en la cruz derramó Aquel que en un pesebre nació; y
b) Verde: Como la esperanza en que fuimos salvos según Romanos 8:24
Y cuál es esa esperanza en que fuimos SALVOS? La misma que el apóstol Pablo encontró cuando dijo a Timoteo "que Cristo Jesús vino al mundo a SALVAR a los pecadores, de los cuales yo soy el primero"(1 Tim.1:15); qué puede darnos más esperanza que sabernos perdonados por la eternidad?
Ese humilde nacimiento fue la culminación de siglos de esperanza no sólo del pueblo judío sino de toda la humanidad caída cuya esperanza fue cortada en el jardín del Edén, cuando en Génesis 3 vemos las consecuencias que Dios impuso por la desobediencia de Adán y Eva, quedando separados para siempre de la relación de intimidad que mantenían con Dios y de todo lo que ésta implicaba para seres humanos frágiles que necesitaban la seguridad que sólo les daba el Dios Todopoderoso.
Pero además del nacimiento, era necesaria la sangre preciosa del Cordero sin mancha para que se perfeccionara la esperanza que en el pesebre nació: lo que allí se inició en la cruz se completó, siendo restaurada la esperanza de la humanidad: esperanza de una nueva oportunidad, esperanza de una eterna seguridad, esperanza de poder olvidar, esperanza de volver a soñar, y con El en Su Reino esperanza para siempre jamás!
Esa es la verdadera esperanza de la Navidad.
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