2a. Parte: Hay esperanza para tu porvenir

En la entrega anterior de este tema, concluímos con una oración al Señor para que nos mostrara que siempre había estado en nuestras sombras, como estuvo con Elías y como le mostró a Ravi Zacharias.

En Su Gracia, El me respondió esa oración un par de días después: A EL SEA LA GLORIA!!!  y así espero que lo haya hecho o esté haciendo con ustedes.

Dios me permitió ver que paralelamente a la realidad que me causó dolor (del cual ni siquiera tenía conciencia durante esos años, si no luego de ser adulta) llevaba una niñez y adolescencia feliz porque durante varios años vivieron en mi casa, unas primas (familiares de la esposa de mi papá) con quienes se me pasaba todo el tiempo entre juegos, risas, columpios, patines, bicicletas, muñecas, paquitos (tiras cómicas)... y así crecimos realmente como verdaderas hermanas (y a veces hasta cómplices de travesuras). Pero además, con ellas gané también otras primas suyas y éramos todo un clan. 

No me imagino cómo hubieran sido -no sólo esos primeros años- sino también los de la adolescencia y aún los de la primera adultez sin esa hermandad (la mayoría de ellas vive fuera luego de que se casaron); definitivamente hoy veo que fue Su Providencial Mano que las trajo a mi vida: de cuánta alegría y vida llenaron esos años. Las situaciones de dolor que he compartido con ustedes, ciertamente estaban allí, eran reales pero también estas alegrías eran reales.  Y todavía Dios me mostró muchisimas otras cosas buenas más, que hasta este momento no había apreciado.

Porqué introduzco la continuación de este tema con ese testimonio?

Porque me he dado cuenta que muchas veces estamos como Elías cuyas palabras reflejan su desesperanza cuando en el pasaje objeto de este estudio (1 Reyes 19) tanto en el versículo 10 como en el 14 le dijo a Dios "sólo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida"  es decir, las sombras no nos dejan ver los Rayos del Sol de Justicia que siempre están allí.

En Su Respuesta, Dios tuvo gracia para con Elías, al permitirle ver que quedaba un remanente que "no había doblado sus rodillas a los dioses falsos"... pero Elías en su "mente sin esperanza" no lo había visto así; esa es nuestra misma mente egocéntrica y autocompasiva.

Aunque Elías no lo podía ver, Dios estaba allí a pesar de Jezabel y sus amenazas; quizás al llamarlo fuera de su encierro en la cueva y dejarlo entender que Dios no estaba ni en el viento fuerte ni en el terremoto ni en el fuego, sino en el "silbido apacible y delicado" era una invitación a que Elías reflexionara:  "aunque no Lo vea, no Lo sienta, no Lo escuche; DIOS ESTA TRABAJANDO EN SILENCIO  A MI FAVOR, NO ESTOY SOLO; y si Dios está conmigo: Hay esperanza para mi porvenir" .

Lamentablemente parece que Elías no reflexionó de esa manera pues su respuesta siguió siendo la misma que antes comentamos; la mayoría hemos estado allí: quizás mirando logros pasados como si hubieran sido producto de nuestras fuerzas y ahora al vernos a nosotros mismos tan débiles pensamos que no podremos seguir adelante.

Ese es el momento de venir delante de Dios y confesar nuestro egocentrismo, nuestros temores e inseguridades, nuestra incredulidad; los cuales no nos permiten ver ni experimentar todo lo que Dios ha hecho a favor de nosotros, y lo que está haciendo alrededor nuestro; esa mentalidad nos hace pensar que "se trata de mí" ("sólo yo he quedado" como dijo Elías). 

Bajo Sus Alas,


Isabel
"Una mujer de esperanza encara el futuro sabiendo que hay esperanza para su porvenir como declara el Señor en Jeremías 31:17"

Continúa.../

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