(Basado en 1 Reyes 19: "Levántate... porque largo camino te resta")
En Su Misericordia, Dios nos deja ver (al igual que hizo con Elías) que no se trata de mí, sino de El; algo que ha llamado mi atención en estos días, es que muchas veces Dios no nos responde con reproches, sino que nos lleva a reflexionar al hacernos preguntas; como en este caso, en dos ocasiones preguntó: "Qué haces aquí, Elías?"
En Su Misericordia, Dios nos deja ver (al igual que hizo con Elías) que no se trata de mí, sino de El; algo que ha llamado mi atención en estos días, es que muchas veces Dios no nos responde con reproches, sino que nos lleva a reflexionar al hacernos preguntas; como en este caso, en dos ocasiones preguntó: "Qué haces aquí, Elías?"
En la primera ocasión, ante la respuesta sin esperanza de Elías, Dios le ordena salir y ponerse delante de El; igual como ocurre con nuestras vidas, cuando tantas veces no queremos ni siquiera venir delante de Dios y pretendemos "escondernos" de El (aún supuestamente viniendo a Su Presencia), pues, cuántas veces hemos orado sin un corazón sincero, al no atrevernos a decirle la verdad a Dios de todo lo que hay dentro nuestro como si El no lo supiera?
Así como hizo con Elías, para restaurar nuestra esperanza, Dios nos llama a dejar nuestra zona de seguridad, de comodidad, nuestros encierros, nuestros lugares de refugio... y así llegar al lugar donde encontraremos esperanza: Su Presencia; que es el lugar de remanso y paz, donde escuchamos Su Voz dándonos instrucciones para "... el largo camino que nos resta por delante..." como le había dicho el Angel de Jehová a Elías en el versículo 7.
En este principio de año, muchas estamos en momentos de definición donde Dios puede estar llamándonos a salir de nuestro encierro, a dejar nuestra zona de seguridad y comodidad; pero a pesar de nuestros temores e inseguridades debemos dar el paso de fé y hacer como Elías quien "salió y se puso a la puerta de la cueva..." (v.13) luego de haber pasado el viento fuerte, el terremoto y el fuego.
Allí pudo escuchar la voz de Dios dándole instrucciones, al igual que pasa con nuestras vidas, cuando luego de un período de "fuertes vientos" que lo sacuden todo; de "terremotos" que nos estremecen y pensamos que no va a quedar nada en pie... y "fuegos" de prueba para purificarnos (de donde no pensamos que saldremos con vida) quedamos más sensibles a la voz de Dios, es decir, "al silbido apacible y delicado" .
Porqué? Porque nada impuro entrará en Su Presencia; porque ninguna carne se jactará en Su Presencia, ha dicho el Señor en Su Palabra.
Continuará...
Continuará...
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