La carcacha encuentra esperanza (II)

Si bien fuimos creados a imagen y semejanza de Dios con el propósito de demostrar Su glorioso carácter, no menos cierto es que esa plenitud, esa llenura  y esa perfección que solamente se podía lograr a través de una relación íntima con Dios de la cual gozaban Adán y Eva en el jardín del Edén se perdió a partir de la caída por el pecado, quedando entonces el hombre y la mujer separados de Dios.

Esta separación pudiéramos asimilarla al significado de "desvencijada" según la definición antes mencionada del término "carcacha".  Otra de las características de la carcacha según dicha definición es "inútil"  que es justamente en lo que el pecado convierte a la humanidad conforme Romanos 3:11-12 cuando nos dice "no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles". 

En consecuencia, pudieramos concluir que es el pecado y sus efectos los que nos convierten en "carcacha" desde el punto de vista espiritual, pues nos hacen perder el propósito para el cual fuimos creados, es decir, tener una relación intima y de dependencia con nuestro Creador; así lo declara el profeta Isaías en 64:6 "todos nosotros somos como suciedad y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia..."  afirmando de esta manera "nuestra indignidad absoluta de estar en la presencia de Dios..." según señala uno de los comentaristas de este texto.  Con este veredicto parecería que no hay esperanza para la "carcacha".

Sin embargo, otro de los comentarios a ese versículo expresa que "el pecado es esa cosa abominable que el Señor odia. Nuestras obras, cualesquiera que sean, si pensamos que merecemos de la mano de Dios, algo por ellas, no son mas que trapos de inmundicia y no nos van a cubrir... aún nuestras pocas obras buenas en las cuales hay real excelencia, por ser fruto del Espíritu, son tan defectuosas por ser hechas por nosotros, que necesitan ser lavadas en la fuente abierta para el pecado y la suciedad".

Y cuál es esa fuente donde la "carcacha inútil y desvencijada" encuentra esperanza de ser restaurada y que su tanque sea llenado? donde encuentra de nuevo propósito? y valor? En Isaías 1:16-18 hay una invitación a lavarnos y a limpiarnos, quitando la iniquidad de nuestras obras, mientras que en Ezequiel 36:25-27 el Señor mismo se ofrece a limpiarnos, derramando sobre nosotros "agua limpia".

Continúa...

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