La Suprema Bienaventuranza


 En nuestro paseo recogiendo flores por el “jardín de las bienaventuranzas” encontramos un macetero especial, es el Salmo 32 que puede titularse “Dos flores por el precio de una” o “Dos hermosas flores “bienaventuradas” en un mismo macetero”; en la Biblia Las Américas este salmo se titula “Bienaventuranza del perdonado”; este es uno de mis salmos preferidos. Fue usado por el Señor durante mi época del GQ (Gran Quebrantamiento) mostrándome una “viga que estaba en mi ojo” y que, no le había confesado; por ende, me tenía ciega: la autocompasión. Fue una liberación sobrenatural cuando pude arrodillarme y pedirle perdón al recibir Su Luz en mi corazón. Además, allí se encuentra uno de mis versículos favoritos, el versículo 8 “Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”.

Nuestras hermosas flores se encuentran justo al inicio del salmo, cuando el salmista declara “Bienaventurado  aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado; bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño”; ambas bienaventuranzas se refieren a la mayor bendición del ser humano…en conjunto constituyen LA SUPREMABIENAVENTURANZA: saber que nuestras transgresiones han sido perdonadas por lo que podemos vivir sin la pesada carga de la culpa y condenación; descargados y liberados de toda acusación; sin tener que escondernos avergonzados, bajando el rostro; perseguidos por nuestra conciencia. Definitivamente no hay nada mejor.

Tristemente muchas veces vivimos atadas a una conciencia que nos acusa (además de la culpa que viene de Dios)por no haber confesado nuestros pecados, sino por el contrario cubriéndolos…engañando a los demás…y aun peor engañándonos a nosotras mismas; viviendo entonces sin perdón, con culpa y sin ser llamadas bienaventuradas pues tal como continúa el salmo, “mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día”; cual es la causa de esa “nada envidiable condición”? Que de día y de noche pesó sobre mi, TU MANO; es decir, mientras no confesamos nuestro pecado, tenemos que soportar el peso de la culpa que  nos pone el Señor, con el único y especial propósito de producir en nosotros arrepentimiento y confesión. 

Disfrutamos de la Suprema Bienaventuranza cuando:

1.     Somos sensibles a Su Mano sobre nosotras;
2.     Declaramos nuestro pecado;
3.    No encubrimos nuestra iniquidad (no la justificamos, no le ponemos otro nombre, sino que aceptamos el nombre que Dios le da: al egoísmo, egoísmo; a la envidia, envidia; al resentimiento y falta de perdón, por sus respectivos nombres; al orgullo, orgullo; etc.)
4.    Es decir, asumimos la responsabilidad de nuestras acciones, dejando de acusar a los demás (a los padres, los esposos, los hijos, los jefes, los lideres, al gobierno, a Cristóbal Colon, a los indígenas que poblaban esta parte del mundo, etc., etc) reconociendo que no solo le hemos fallado a los demás, sino ESPECIALMENTE a Dios, a Su Ley;
 5.   Abandonamos la actitud de victimas (autocompasión); entonces, y SOLO    entonces,
6.   El perdona la maldad de nuestro pecado y nos rodea con canticos de liberación…y, somos llamadas “bienaventuradas”. 

El murió en la cruz para hacernos bienaventuradas; porqué permanecer en silencio sin confesarle nuestra maldad, iniquidad, transgresiones, las cuales estarán carcomiéndonos los huesos; en fin, llevando una existencia desventurada; cuando EL HIZO TODO lo que necesitamos para que podamos vivir la “bienaventuranza del perdonado”? 

Como dice el Salmo 32 en su versículo 9: No seamos como el caballo (en nuestro caso como la yegua), o como el mulo (mulas tercas y necias), sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.  

O SEA, no esperemos que Dios tenga que “halarnos la soga” o “ponernos freno” orquestando situaciones dolorosas en nuestras vidas para evitar que nos desboquemos por uno de esos precipicios de aquellos “caminos que a nuestros ojos parecen de bien, pero que Él sabe que al final son caminos de muerte”…Su Propósito es que tomemos El Único Camino que conduce a la VIDA: Jesús.

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